Odile Fernandez en La Tribuna quotMis recetas anti cancerquot

Odile Fernández en La Tribuna "Mis recetas anti cáncer" #mis recetas anticancer

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EN LA TRIBUNA NOS HEMOS ACERCADO HASTA EL MERCADO DE LA RIBERA PARA CONOCER LA HISTORIA DE ODILE FERNÁNDEZ, UNA MUJER QUE HA SUPERADO EL CÁNCER Y CUENTA SU EXPERIENCIA EN SU LIBRO «MIS RECETAS ANTI CÁNCER»

por admin

3 comentario en “Odile Fernández en La Tribuna "Mis recetas anti cáncer"”
  1. Yo tengo barios libros de la dra y todo es un canbio de saber comer ella tiene varias recetas en un libro que se llama mis recetas anti cancer es aprender a comer más sano somos lo que comemos es mejor dejar la carne yo la deje me costo pero estoy en proceso deje café deje muchas cosas que no le ayudan ami cuerpo es mejor cambiar la forma de comer me encantan sus libros le deseo mucho éxito soy mexicana y me encantan sus libros y sobretodo sus receta ❤️❤️❤️❤️❤️

  2. Cuanto más éxito tiene un libro que divulga conceptos erróneos relacionados con la salud, mayor es el peligro de que se produzca un daño poblacional, especialmente en grupos vulnerables (1). Es lo que puede suceder, sin duda, al seguir las descabelladas propuestas (más adelante hablamos de algunas de ellas) que aparecen en el best-seller “Mis recetas anticáncer”.

    El libro está escrito por una médico denominada Odile Fernández, quien sobrevivió a un cáncer. Lo hizo gracias a los avances médicos, pero ella no duda en atribuirse el mérito a sí misma (2). Antes de valorar el libro es conveniente entrar en la página web de la autora, donde leemos una entrada titulada “Allan Taylor,un abuelo de 78 años se cura de un cáncer terminal solo con una dieta anticáncer”(3). Se trata de una afirmación peligrosa y rotundamente falsa, que nos da una idea del rigor científico de una persona que pretende que sigamos sus “recetas anticáncer” para hacer frente a esta enfermedad.

    Fomentar un método “anticáncer” es engañoso, pero además vulnera el Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria, que prohíbe “cualquier clase de publicidad o promociones (directas o indirectas, masivas o individualizadas), de […] métodos con pretendida finalidad sanitaria […] que se destinen a la prevención, tratamiento o curación de enfermedades transmisibles, cáncer y otras enfermedades tumorales […]”(4). El Real Decreto se vulnera tanto en el interior del libro (“Métodos anticáncer para consumir los alimentos”, página 357) como en su contraportada, donde leemos “[…] tú puedes tomar un papel activo en la prevención y en la curación de una enfermedad que, a día de hoy, alcanza las proporciones de epidemia”. Esta última frase, además, vulnera otro apartado del citado Real Decreto, que prohíbe proporcionar “seguridades de alivio o curación cierta”.

    Que las propuestas del libro son descabelladas (fuera de orden, concierto o razón, según la RAE) es algo que se puede comprobar simplemente leyendo su índice, donde encontramos la referencia a capítulos como los siguientes: “el ajo: el ‘curalotodo’” (página 248), “Las algas, la quimioterapia del mar” (p. 252), “Las setas invitan a nuestro cuerpo a eliminar el cáncer” (p. 261), “El jengibre: la raíz que acaba con el cáncer” (p. 301), “La leche materna: el alimento perfecto que mata las células cancerosas” (p. 306). En todo caso, en las páginas 217 a 219 hallamos afirmaciones no ya descabelladas, sino directamente abominables:

    “¿Cómo convertir a nuestra agua en sanadora? […] Emoto afirma que el agua puede curarnos (y también enfermarnos), para ello sólo tenemos que transmitirle esa intención. ¿Y cómo podemos hacerlo? Compra una botella de cristal transparente, vierte en ella tu agua filtrada o mineral y con un bolígrafo permanente escribe en la botella tu mensaje positivo y sanador. […] Después deja tu botella al sol para que se vitalice, pierda el cloro y reciba toda la energía lumínica de nuestro gran astro. Y ya tienes lista tu agua sanadora. […] ¿Has visto qué medicina más barata e inocua? Efectos secundarios, cero. Efectos positivos…, inimaginables, no hay límites. El límite lo pones tú y tus pensamientos”.

    Dejando de lado los peligros de que un paciente con cáncer tome agua sin cloro, y dejando de lado la frustración y culpabilidad que pueden generar las anteriores afirmaciones, es necesario citar aquí una conocida frase de David Hume: “Las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias”. Porque no existe ninguna clase de prueba científica, ni ordinaria ni extraordinaria, que sustente tales barbaridades (5,6).

    La autora repite una y otra vez su experiencia, como que acudió a una dieta vegana baja en calorías para hacer frente a la enfermedad, algo que desaconseja un reciente consenso (7) (una dieta vegana puede ser compatible con el tratamiento de un cáncer, pero es crucial que, como cualquier otra dieta, esté bien planificada para asegurar, sobre todo, una suficiente cantidad de calorías y proteínas). Sin olvidar que, parafraseando al Dr. Richard Doll, uno de los epidemiólogos más importantes del siglo XX, “Los tratamientos médicos que surgen de la propia experiencia suelen tener ‘efectos variables’ e ineficaces” (8).

    El libro no se conforma con dar falsas expectativas con respecto al papel de la dieta en el cáncer, también se atreve con las “terapias naturales”, del todo desaconsejables para abordar esta enfermedad (9-12). Un ejemplo lo tenemos en la página 420: “Reiki, terapias energéticas y su efecto sanador sobre los pacientes con cáncer”. No hallamos ni una sola prueba científica de la supuesta capacidad de “sanar” el cáncer mediante estas terapias (5). Es más, en palabras del reputado experto Edzard Ernst, los pacientes con cáncer que utilizan “terapias alternativas” mueren antes (10).

    Es momento de citar algunos de los riesgos que acompañan a este libro o a otros similares: rechazar o postergar un tratamiento eficaz para el cáncer, generar una falsa sensación de seguridad, exacerbar los sentimientos de superación, fomentar un descrédito de la medicina tradicional, generar efectos adversos, provocar interacciones indeseadas, promover dietas desequilibradas y hacer perder tiempo, dinero y esperanzas (13)

    En suma: afirmar, o incluso sugerir, que existe un planteamiento dietético que puede curar el cáncer es falaz, es antiético y, sobre todo, es peligroso.

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