En el artículo de hoy, compartimos el artículo sobre Ángel Martín: «No tengo nada en contra de los psicólogos, también hay cómicos malos». Puede encontrar detalles sobre Ángel Martín: «No tengo nada en contra de los psicólogos, también hay cómicos malos» en nuestro artículo.

Actualizado

Por si las voces vuelven, la experiencia vital del actor y presentador narrada por él mismo, ha sido el audiolibro más escuchado de 2022, según Audible. Triunfa con su informativo matinal diario y tiene actuaciones programadas para todo 2023.

Ángel Martín, de 45 años, cómico, presentador, actor, autor y podcaster.
Ángel Martín, de 45 años, cómico, presentador, actor, autor y podcaster.CARLOS GARCÍA POZO
  • ENTREVISTA Patri Psicóloga: «El mejor consejo para vivir con serenidad es dejar de correr a todos los sitios»
  • BIENESTAR El psicólogo punk, contra el síndrome Mr. Wonderful: «La vida no está hecha para que seamos felices»

Si es cierto eso de que los propósitos se cumplen mejor al calendarizarse, Ángel Martín (Barcelona, 5 de octubre de 1977) ya tiene los deberes hechos. Desde el próximo 27 de enero en Teatre Apolo Barcelona hasta el 27 de diciembre en el WiZink Center de Madrid, el cómico presentará Punto para los locos. Y la mayoría de las entradas ya están agotadas.

Sigue a pies juntillas el lema «a hacer cosas», que cada día recita en su exitoso informativo matinal, con miles de reproducciones. Su libro, Por si las voces vuelven (Planeta de libros), ha cumplido un año permaneciendo en las listas de los más vendidos y su versión narrada es, de hecho, la más escuchada de 2022 en el top 10 de Audible. También triunfa con su podcast homónimo, donde habla de salud mental con personajes famosos y absolutos desconocidos.

Un cómico hablando de salud mental. ¿Le costó el cambio de rol? ¿Ha sentido el síndrome del impostor del que hablaba Dani Martín?
Sí y no. Una cosa es el síndrome del impostor y otra sentir que lo que haces está sobrevalorado. Yo no tengo la sensación de que esté engañando a nadie. Pero sí del «no es para tanto». Eso es porque nos educan para no valorarnos ni darnos golpecitos en el hombro. A Dani lo que le pasa es que está reventado después de una gira brutal. Y hay gente que es insegura. Tampoco tengo la sensación de un gran cambio porque sigo en la comedia. Lo que ha pasado de repente es que tengo un rincón donde cuento lo que yo he vivido. Y si le puede servir a alguien es genial. No estoy reconfigurando mi carrera ni quiero ser el tío serio que habla de salud mental.
Toda esta labor de divulgación a partir de sus propios problemas, ¿ayuda más a la gente o a usted mismo?
No sé si ayuda es la palabra. Ahora mismo, no tengo la sensación de estar en la cuerda floja o en una crisis. Me sirve para descifrar algunos puntos en común en mucha gente y en muchos temas distintos. El sentido común me lleva a pensar que de algo debe servir porque, de lo contrario, ni el libro ni el podcast habrían tenido tanta repercusión.
¿Por qué cree que las personas se abren en canal con usted?
Hay un lenguaje distinto entre gente que ha pasado por una serie de episodios y gente que no. La consecuencia, ya sea depresión, soledad o desorientación, es un patrón común. Pueden hablarme de tú a tú, sabiendo que ambos vamos a hacer un ejercicio de traducción. Quien no ha estado ahí quizá lo entienda y quien ha estado sabrá que no está solo. No tienes ningún tipo de apuro en hablar con alguien que ha pasado por lo mismo que tú.
¿Todavía existe un tabú respecto a la salud mental?
Yo no tengo esa sensación desde donde estoy. Conmigo es muy sencillo tocar todos los temas. Es curiosa esa sensación de que si la gente sabe que has estado ahí, contigo lo va a compartir.
¿Quizá piensen que no les va a juzgar?
Es que no hay juicio. Es imposible. Yo no voy a mirar a nadie distinto porque me diga que tiene un trastorno de la alimentación. Como mucho pensaré que tienes unas movidas bastante grandes que te han llevado ahí. Fin de la historia.
De todos esos puntos comunes, ¿qué es lo que más le llama la atención?
Lo pronto que los chavales jóvenes están con la sensación de rendirse ya. Y no lo digo como una crítica, en el sentido de que sean más blandos. Algo no estaremos haciendo bien las generaciones adultas cuando la sensación de ‘no puedo más’ llega tan pronto hoy en día. Nosotros no estamos sembrando bien. Cuando yo era más joven, el suicidio y la sensación de estar perdido no estaban sobre la mesa.
El mundo va más rápido hoy. ¿Cuánto culpa a la tecnología de esa manera de ir desquiciados por la vida?
Ha habido una revolución tecnológica muy salvaje y no hemos aprendido a gestionarla de manera inteligente. La tecnología bien usada es fascinante. Pero, en lugar de usarla para tener más tiempo para nosotros, hemos decidido convertirla en un castigo. El hecho de que tú antes tuvieras que enviar una carta, esperar a que llegara y que otro la contestase tomándose su tiempo para redactarla, llevaba 15 días. Hoy los e-mails y los WhatsApp son instantáneos. Deberías tener esos 12 días ya libres. Sin embargo, metemos más y más cosas. No sabemos ni tomar un café con quien tenemos delante porque queremos estar en todas partes todo el rato y queremos tener mucha información que no te vale para nada. Nos estamos despistando.
Su generación, entonces, ¿fue más afortunada?
Pudimos tener dos cosas que las actuales no tienen: la paciencia y el echar de menos. Pertenezco a un mundo en el que para saber las novedades de los últimos videojuegos tenía que esperar a que se publicara la revista siguiente. No sentía ansiedad hasta entonces y, cuando me llegaba, la leía muy tranquilamente. A mi me da igual que no me respondan a un WhatsApp, pero hay gente que está pendiente de si lo han visto y no han respondido y por qué. Igual a esa persona no le da la gana o no tiene batería. Antes, para hablar con alguien buscabas una cabina y, si no te lo cogían, luego era muy bonito el reencuentro y ponerse al día. Ahora, qué te vas a contar, si ya lo ves en las redes.
¿Ansiedad es la palabra de moda?
Es la única palabra que encaja con cualquier cosa que puedas sentir cuando te sientas mal. A lo mejor no es ansiedad, sino que no quieres a tu pareja o que no sabes decir que no.
A las personas que se sienten mal, muchos de ellos jóvenes, como usted decía, se les achaca que hoy se vive mejor que nunca antes. Rafael Santandreu dijo en este diario que «la depresión te la provocas tú con tus pensamientos». ¿Está de acuerdo con este tipo de discursos?
Creo que entiendo lo que pretende decir pero ha usado las palabras equivocadas. Puedes salir de ese estado en el que te encuentras con mucho esfuerzo, pero no te lo creas tú solo. Hay decisiones erróneas que tomas que te hacen daño y son negativas. Es probable que si las dejas de hacer te sientas mejor. Pero la ansiedad no te la inventas tú. Son discursos delicados. Las decisiones sin pensar nos llevan a lugares donde no queremos estar. Es probable que llegue un punto en el que seas incapaz de detectar cuáles son esas decisiones y termines por hablar en términos globales. «No soy feliz».
Hay gente que parece tenerlo todo y, sin embargo, se siente mal. Un trabajo, una pareja, una casa… ¿Por qué cree que sucede?
Ya, ya. Un trabajo pero, ¿es el que quieres? A lo mejor eres funcionario y resulta que tú necesitas más cambio y no quieres un puesto fijo. Es imprescindible empezar a pensar qué quieres tú independientemente de lo que te hayan hecho creer que quieres.
En su podcast personas que llegan al éxito se muestran muy vulnerables.
Eso es lo que creemos desde fuera, que el éxito es lo que quería esa persona. Y es un error. Tú solo ves el escaparate, como la chaqueta del maniquí que en realidad tiene unos alfileres detrás que la entallan. Todo el mundo tiene las mismas historias. Ser popular no te crea una burbuja ajena a los problemas que tiene todo el mundo. Solo hay más gente que sabe tu nombre.
¿Llama más la atención el testimonio de una persona popular que se enfrenta a problemas de salud mental que el de un anónimo? ¿Se identifica más la gente con alguien conocido?
Lo interesante de la gente popular es que, a pesar de enfrentarse a mierdas, sale de ellas. La clave es que ellos son un ejemplo de que se puede remontar. Pero no por ser popular tienes más herramientas. Es exactamente igual.
No es psicólogo, pero da muchas herramientas de los psicólogos.
[Ríe]. Pues montaré consulta. Mi experiencia con el psicólogo fue un desastre, lo he contado muchas veces. Y vienen muchos a firmas a decirme: ‘Oye, que algunos somos buenos’. No tengo nada en contra de los psicólogos, también hay cómicos malos. Y no pido disculpas por ellos. La única clave es saber escuchar. Los psicólogos tendrán infinitas herramientas más que yo para acelerar ese proceso de tratar de deshacer nudos en la cabeza de la gente. Hay personas que no encuentran las palabras y si hablan contigo claro y escuchas bien, reordenas y das nombre a lo que sienten. Y eso tiene mucho que ver con la comedia. Así que no, no hay un plan B como psicólogo.
Como cómico, ¿siente que tenemos la piel más fina a la hora de hacer una broma?
No. Cuando la gente habla de la polémica que se ha montado, solo existe en Twitter. Me fascinan los medios dándole el protagonismo al ruido. No habría tanto revuelo si pusieras en un lado de la balanza a los que se han reído con el chiste y en el otro a los que se han ofendido. Se le da el poder a los que se ofenden. Puedes meter la pata, pero no es lo habitual si el cómico es profesional. Te puede gustar o no. Eso es secundario. También hay gente faltona que confunde la comedia con ser grosero. Y gente que ni siquiera escucha. Yo no voy a pedir disculpas porque me malinterpreten.
¿Le ha pasado?
Una vez me escribió una chica porque en un matinal dije algo random como arréglate las uñas. Me insultó y me dijo que si me creía que ella se iba a hacer la manicura y gastarse 20 euros para agradar a un gilipollas como yo. Pensé en el nivel de enfado que tendría que tener para pensar que yo le he dicho algo de sus uñas y llegar a insultarme. Es peligroso poner el foco en cualquiera que se moleste porque estamos yendo a un punto donde vamos a apagar el sentido común. Hay códigos que todos entendemos. Sé lo que hago y la intención y, si resbalo, seré el primero en darle una pensada.
Sin embargo, los ojos del siglo XXI no son los mismos que en otros tiempos. Ahora nos llevamos las manos a la cabeza con alguna canción o película. ¿Eso afecta a las bromas?
No somos un gremio que tengamos unas reglas a respetar. La comedia es individual y lo que a ti te hace gracia, puede que a mi no. Si decimos que a partir de ahora la comedia tiene que ser así única y exclusivamente, se unificaría el sentido común del universo y eso es imposible, porque cambia por países, por culturas y hasta según sea la plataforma. Hay tías en comedia que tienen discursos distintos en teatro que en redes. A veces tengo la sensación de que en privado se tambalea un poco todo. No debe haber una línea común en el humor. Si no te gusta, no la veas. Hay muchas opciones para que no te llegue lo que no te interesa.
¿Cuándo se dio cuenta de que no estaba bien? ¿Hubo un punto de inflexión?
Es sutil y elegante. Cuando te das cuenta de que vives en el mundo de Alicia en el país de las maravillas, quizá.
¿Y por qué lo hizo público?
Había una editorial proponiéndome escribir un libro sobre cómo petarlo en redes sociales. A mí no me interesaba nada. Pero sí recordé cuando yo trataba de buscar un libro de alguien que hubiera pasado un brote psicótico y no lo encontraba. No tenía pistas de cómo se remonta algo así. Así que decidí escribir ese libro por si a alguien le sirviera.
¿Cuál es su terapia?
Muchas veces te dicen: «Escribe, que ayuda», y no sabes cómo ni para qué. A mi me sirve para ordenar lo que pasa en mi cabeza. Hablar y escuchar también es importante. Ya no relleno silencios. Meditar me pone en calma. Desintoxicarme del móvil en las primeras dos horas de la mañana y gran parte del día lo tengo en silencio. Es súper tóxico despertar así. No quiero preocuparme del terremoto en las Bahamas nada más abrir los ojos, que yo estoy en mi ducha caliente. La alimentación también trato de respetarla. Como de forma más inteligente. Trato de meter menos azúcar en el cuerpo y ceno dos horas antes de ir a la cama. Y las últimas horas de la noche las dedico a leer.
Aunque no le guste, ¿qué deporte hace?
Boxeo, defensa personal y entrenar.
¿Hay que ir a terapia antes de que pase algo malo?
No. Si notas algo sí es inteligente pedir ayuda. Pero si tienes la certeza de que estás bien, no tienes por qué. Empieza a haber un discurso de ‘hay que ir al psicólogo’. Quizá por mi experiencia tan mala, no mandaría a alguien a terapia. Solo creo que es una herramienta inteligente cuando la necesitas.
¿Hay que hablar más del suicidio en los medios de comunicación?
Es absurdo que no se informe por una teoría del supuesto contagio. Ya se ha probado la técnica de no hablar de ello muchos años y no ha funcionado, porque sigue habiendo suicidios y aumentan. Quizá hablar abiertamente aporte información muy útil para gente que está pensando en suicidarse.
Tiene objetivos para todo el año 2023. Habrá quien le diga que no sabe dónde estará mañana.
Sin embargo, yo creo que es inteligente. Muy útil para diseñar una ruta de tu vida. Siempre tengo objetivos a corto, medio y largo plazo. Ninguno es abstracto, como ser más feliz, estar más en forma o reírme más. ¿Qué es eso? Así no sabrás a dónde vas. Lo bueno de diseñar 2023 al completo es que ya tienes la cabeza en 2024. Pero he tardado más de 40 años en descubrirlo.
Nuestros artículos destacados...  Tripledemia, qu podemos esperar del Covid y los otros virus este invierno y en un futuro a largo plazo

Conforme a los criterios de

The Trust Project

Saber más

Califica esto!

por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *