Sigue aumentando el número de suicidios en España: 4.003 personas se quitaron la vida en 2021

Se eleva un 1,6% la cifra de fallecimientos respecto a 2020. 2.982 eran hombres y 1.021 mujeres. El suicidio es la primera causa de muerte externa en España, una muerte que en la inmensa mayoría de los casos es prevenible con ayuda.

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España sigue sumando cifras récord de sufrimiento extremo: 4.003 personas se quitaron la vida en el año 2021, un 1,6% más que en 2020, según los datos difundidos hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Nunca antes se había superado la barrera de los 4.000 fallecimientos.

El año pasado 2.982 hombres y 1.021 mujeres se suicidaron ( segundo año consecutivo que se supera el millar de muertes entre ellas). Es la primera causa de muerte externa en España, una muerte que en la inmensa mayoría de los casos es prevenible con ayuda.

En su informe de defunciones de ‘Estadísticas de defunciones según causa de muerte’, el INE también ofrece datos provisionales del primer semestre de 2022 y la tendencia al alza es desafortunadamente la misma: 2.015 fallecimientos, un 5,1% más que en el mismo periodo del año anterior.

El último informe anual, ya con un máximo histórico de fallecimientos en estas circunstancias, situaba en 3.941 las personas que no pudieron seguir adelante en 2020, 11 cada día. Se estima que cada suicidio deja un impacto emocional devastador en al menos otros seis seres humanos de su entorno.

No existe habitualmente una sola causa que lleve a una persona a quitarse la vida, sino que suelen confluir varios factores. Los más frecuentes son haber tenido un intento de suicidio previo, sufrir depresión mayor u otro trastorno mental, consumo de drogas, antecedentes familiares de suicidio, violencia o abusos sexuales, padecer una enfermedad física grave y tener desesperanza o tendencias impulsivas o agresivas. Circunstancias de gran estrés emocional como una separación, muerte, pérdida de dinero, vivienda, trabajo o situaciones de acoso o discriminación pueden actuar como desencadenantes. El apoyo social y familiar es uno de los principales escudos de protección frente al suicidio.

La inmensa mayoría de las personas que piensan en suicidarse no quieren morir sino dejar de sentir un sufrimiento extremo. Atrapados en una dolorosa visión en túnel no son capaces de ver otra salida que la propia muerte.

«La pandemia ha acelerado algo que ya se estaba gestando previamente. La evolución de la sociedad en las últimas décadas con un malentendido concepto del bienestar conlleva poner el valor en exceso en el aquí ahora, cuando precisamente sabemos que hay suicidios que se precipitan por experimentar de forma intensa un sufrimiento que en ese momento parece insoportable y eterno, que nunca va a terminar», explica Isabel Irigoyen, que atiende diariamente como psiquiatra en el Hospital Clínico de Zaragoza a personas ideación suicida.

El suicidio es un fracaso de todos. Son vidas que han denunciado a la sociedad esa desesperanza de la que no han podido salir

Miguel Guerrero, psicólogo clínico.

«Se han descuidado aspectos básicos en la educación y en los valores culturales que faciliten que los individuos puedan hacer frente a las frustraciones y a los acontecimientos negativos de la vida. La combinación de ambas cosas creo tiene mucho que ver con que se vea la muerte como una salida al malestar emocional».

Especialmente preocupante es el aumento de la conducta suicida entre los jóvenes en los últimos años. En ese sentido, Irigoyen, coordinadora de la Estrategia de Prevención del Suicidio en Aragón, subraya la importancia de centrar el esfuerzo en reducir factores de riesgo como «la impunidad del acoso escolar, la connivencia silenciosa de los observadores, la utilización perniciosa de las redes sociales y el desacierto con que se trata a veces la información sobre algunos suicidios o sobre las autolesiones».

Ocho de cada diez personas manifiestan su intención de poner fin a su vida o dan muestras de ello antes de hacerlo de ahí la importancia de saber escuchar sin juzgar y detectar las señales de alarma para actuar a tiempo y ofrecer ayuda. En España no existe un Plan Nacional de Prevención de Suicidio y son las CCAA con programas específicos (Galicia, País Vasco, Aragón, Navarra, La Rioja y Comunidad Valenciana, Cataluña y en breve Madrid) o incluidos en un plan global de Salud Mental las que se encargan del desarrollo de la estrategia sociosanitaria para reducir el número de muertes por suicidio.

¿Cuáles son las medidas más urgentes?

Tenemos que trabajar en aspectos educativos que ayuden a afrontar de una forma más sana las adversidades de la vida

Isabel Irigoyen, psiquiatra.

«No hay soluciones sencillas o rápidas, el suicidio es una realidad muy compleja y con muchos frentes. Pienso que tendríamos que trabajar lógicamente en un denominador común que son aspectos educativos que ayuden a los ciudadanos a afrontar de una forma más sana las inherentes adversidades de la vida, si no es así va a ser inasumible atender a tantas personas en las consultas de salud mental», subraya Irigoyen.

Desde el punto de vista sanitario resalta la importancia de «educar para mejorar la detección y la autodetección de aquellas personas en riesgo. Y una vez detectadas por supuesto un sistema asistencial accesible para llevar a cabo el abordaje y tratamiento necesario. Para todo ello la clave es la formación, formar a las personas en todas las etapas de la vida y formar también a los profesionales para que puedan detectar factores de riesgo y sepan como tratar de minimizarlos».

El pasado mes de mayo el Gobierno puso en marcha el 024, el primer teléfono público a nivel estatal que ofrece atención profesional y apoyo a afectados y familiares. La línea, gestionada por Cruz Roja, atendió en los primeros seis meses de 2022, según el último balance facilitado, a más de 63.000 ciudadanos, se han producido más de 2.000 derivaciones al 112 y se han detectado unos 800 suicidios en curso. Esta labor de escucha y atención la realizaba hasta entonces en España la red de voluntarios del Teléfono de la Esperanza (717 003 717), la asociación Barandilla (911 385 385), ANAR, que ofrece ayuda a niños/as y adolescentes 900 20 20 10 y ayuntamientos como el de Barcelona (900 925 555).

«El suicidio es un fracaso de todos. Son vidas que han denunciado a la sociedad esa desesperanza de la que no han podido salir. No es un problema exclusivo de la salud mental», advierte el psicólogo clínico Miguel Guerrero, responsable de la Unidad de Conducta Suicida UPII Cicerón, en las jornadas de prevención del suicidio organizadas este lunes por el Ayuntamiento de Madrid.

Guerrero subraya la necesidad de un esfuerzo colectivo para promocionar «la salud física, mental, social y espiritual» y facilitar «entornos saludables, seguros, protectores, de cohesión, igualitarios y éticos» en la sociedad. «La prevención» frente al suicidio, asegura, consiste en «generar vidas que merezcan ser vividas».