El congresista republicano Kevin McCarthy ha vuelto a perder este miércoles la votación para ser elegido nuevo presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en la cuarta votación. El martes, el candidato conservador ya no obtuvo los apoyos suficientes en una derrota que no se repetía desde hacía un siglo: fue rechazado por su propio partido hasta en tres ocasiones.
En esa última consulta, McCarthy tampoco ha logrado reunir los 218 votos necesarios para ser speaker de la cámara baja. Así, Estados Unidos sigue sin tener poder Legislativo porque el ala más derechista del Partido Republicano, agrupada en el llamado Freedom Caucus, ha bloqueado la elección. Otra vez.
El líder de la Cámara de Representantes es la tercera autoridad del país, después del presidente, Joe Biden, y de la vicepresidenta, Kamala Harris, quien preside el Senado, ambos demócratas. El reglamento, sin embargo, solo contempla una única opción: que las votaciones se repitan hasta que alguien logre la mayoría necesaria. Así que, de no conseguido hoy, Estados Unidos podría estar semanas e incluso meses sin poder Legislativo.
El martes 3 de enero la Cámara de Representantes de Estados Unidos reinició su actividad tras el parón navideño con una mayoría renovada. Al no conseguir ser designado portavoz, McCarthy dice haber invertido las últimas horas en reunirse con algunos de los 20 congresistas que la tarde anterior se habían negado a ofrecerle su respaldo.
Esta misma mañana, el expresidente estadounidense, Donald Trump, ha salido en defensa de McCarthy y ha hecho un llamamiento a sus compañeros de filas a respaldarle. «No convirtáis un gran triunfo en una derrota gigante y vergonzosa. Es tiempo de celebrar. Os lo merecéis», ha publicado Trump en su cuenta de la red Truth Social.
El antiguo mandatario confía en que McCarthy hará un «buen trabajo» una vez salga elegido para el tercer puesto político de mayor rango en el escalafón jerárquico de Estados Unidos, si bien son precisamente algunos seguidores de Trump quienes han complicado algo que, en circunstancias normales, habría sido un trámite.
Sin embargo, sus palabras no han tenido el efecto esperado y, al parecer, ni siquiera la Trump ha conseguido cimentar un partido que no sólo está dividido, sino también desorientado.
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