1671003619 Domando la hoguera nuclear Ideal

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La cámara del blanco donde se disparan los 192 láseres en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore. / LLNL

Ciencia | Opinión

En plena crisis energética, las noticias del Laboratorio Lawrence Livermore encienden la llama de la ilusión

Félix Fernández Alonso

FÉLIX FERNÁNDEZ ALONSO Profesor de investigación Ikerbasque. Centro de Física de Materiales – Materials Physics Center, Donostia

El Departamento de Energía de Estados Unidos ha anunciado importantes resultados del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California. Se ha demostrado la posibilidad de generar más energía que la directamente utilizada en una reacción de fusión nuclear. La comunidad científica llevaba más de medio siglo persiguiendo este ansiado objetivo. Hay muchas y muy buenas razones para celebrarlo. Científicamente hablando, ha sido un largo y arduo camino plagado de retos y de dificultades, desde las estrictamente conceptuales a las técnicas y financieras.

La generación de energía a través de reacciones de fusión comparte muchas similitudes con lo necesario para quemar un sencillo tronco de madera. En principio, bastaría con una cerilla para hacerlo. Pero todos sabemos perfectamente que también hacen falta bastante experiencia y una buena dosis de destreza. De ahí que la mayoría de nosotros optemos por el uso de astillas (o trucos similares), para así incrementar nuestras probabilidades de éxito. Si todo va bien y se logra, los resultados son gratificantes: la cantidad de energía almacenada en el tronco es muy superior a la inicialmente contenida en la cerilla; también, el fuego ya iniciado se puede perpetuar sin gran esfuerzo añadiendo más troncos a la hoguera. El principal reto reside en superar el primer paso, cuando encendemos la cerilla y la acercamos a la chimenea.

Algo parecido, pero, en circunstancias muy diferentes a nuestros hogares, ocurre en el Lawrence Livermore. La ‘cerilla’ consiste en una instalación de láseres de alta potencia del tamaño de un estadio de fútbol, cuyo desarrollo durante décadas ya ha sido un claro triunfo de la ciencia y de la tecnología. El ‘tronco’ o combustible es una pequeñísima esfera donde reside la enorme cantidad de energía que se pretende extraer. El tercer elemento –clave, como lo sería una astilla– es una sofisticada cápsula que rodea al combustible y que permite que la luz láser pueda calentarlo y comprimirlo para iniciar la fusión nuclear.

Los últimos resultados del Lawrence Livermore ciertamente apuntan en la dirección correcta. Pero el camino que nos queda para traducir este destacado avance científico en una forma eficaz de generar energía límpia y prácticamente ilimitada todavía es largo. Por un lado, la máxima cantidad de energía extraída se halla muy por debajo de lo necesario para que sea rentable. También, la construcción de un reactor de fusión nuclear a gran escala va a necesitar de mucho ingenio y nuevos conocimientos para desarrollar novedosos materiales capaces de soportar las condiciones extremas creadas en torno a esta ‘hoguera nuclear’. Sin lugar a dudas, hay que seguir investigando.

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