1672635922 Como cayo Espana en la trampa de la polarizacion

En el artículo de hoy, compartimos el artículo sobre Cómo cayó España en la trampa de la polarización. Puede encontrar detalles sobre Cómo cayó España en la trampa de la polarización en nuestro artículo.

La polarización quedará escrita como palabra del año en 2022. El año en el que unos pocos pero decisivos sentenciaron que vivimos en un régimen desde 1978. La incapacidad para llegar a acuerdos incluso en el seno del Gobierno. ¿Son estas razones suficientes para señalar que España está polarizada, entendido el término como una opinión pública dividida en dos extremos opuestos o un sistema democrático ineficiente?


Pedro Sánchez y Nadia Calviño, en el último congreso nacional del PSOE.

Biel Aliño

EFE

Quizás creímos que un sistema de partidos fragmentado, que derivó en un Gobierno de coalición, nos llevaría de lleno a esa polarización que termina por romper una sociedad. Puede que confundiéramos la lógica competencia entre partidos, como defiende el politólogo Giovanni Sartori, con populismo. ¿Por qué hablamos de la primera, que incluso puede ser sana para reactivar la democracia, si realmente es el populismo el que ha invadido el hemiciclo durante el último año?

Nos alarmamos por la polarización cuando el problema se llama populismo.

En un contexto de polarización, la opinión pública se pondría en pie al ver cómo el Gobierno se ha ganado al funcionariado durante la última legislatura. En el ranking del presidente estarán los maratones en forma de decreto ley, más de 130 en cuatro años, superando a Felipe González con 129 en 13 años.

En ese marco de crispación, el sistema de partidos no toleraría cómo el Gobierno alimenta el clientelismo con ayudas sociales que se pagan con el dinero recaudado con esa inflación tan perseguida. Pedro Sánchez sabe que el ciudadano se escandaliza con las crisis institucionales y por eso, después del tirón de orejas, llega el marketing en forma de lluvia de millones. Porque al final es la cartera la que abrimos todos los días.

«Un país no está polarizado si el presidente no dedica buena parte de su balance anual para situar al PP como el enemigo»

Ese sexto paquete de ayudas es la respuesta al bochorno institucional de las últimas semanas, que una vez más le ha salvado. El problema es que con cada lluvia de millones los números pesan más. La deuda española ha alcanzado el 116% del PIB en el tercer trimestre de 2022 (y nos parecía desorbitada la de 2010 con casi el 70% del PIB), y aún no hemos recuperado el PIB previo a la pandemia. Y aunque el Gobierno juega al despiste al presumir de ser el país con menor inflación de la Unión Europea, es de ella de la que se ha beneficiado para el reparto de los 10.000 millones de euros a partir del 1 de enero. ¿Por qué vender que España va bien si necesita una nueva inyección?

Será populista y no polarizada la decisión que le acerca al peronismo argentino, que decidió repartir subsidios a costa del impuesto inflacionario, lo que Kirchner llamó cheque “Alimentar”. Adivinen si ha paliado la inflación: lo que ha hecho es justo lo contrario, elevarla al 85%.

Si das más poder (irreal) a los ciudadanos, no frenas la escalada de precios. Al contrario, conseguirás que su cesta de la compra se reduzca cada vez más. Son ayudas directas que provocan un alivio momentáneo de apenas 200 euros a las familias que peor lo están pasando, cuando los jóvenes reciben el doble para ojalá leer. Pero es con mejores empleos, condiciones y salarios como las economías más débiles puedan crecer e invertir en un país fuerte.

Para muestra, la reacción de las organizaciones que representan a la gran distribución e industria agroalimentaria. Echaron de menos, además de las rebajas del IVA, mayores incentivos a las empresas que siguen ahogadas por los sobrecostes. Los españoles echaron de menos, entre otras medidas, una deflactación en el IRPF que suponga pagar menos impuestos. Pero de algún lugar habrá que tirar para quedar bien frente al electorado. Por eso España cerrará el año con una recaudación récord de 100 millones más al día respecto al periodo 2015-2020.

[Editorial: España 2023: un drama político en dos actos]

El sistema de partidos no está polarizado cuando el principal partido de la oposición apoya comprar a la mayoría social para evitar caer en el enfrentamiento, sabedor de esa estrategia de moderación: ver caer al adversario hasta que llegue tu turno para levantar las alfombras. Si antes Sánchez no ha fulminado el presupuesto, supuesto al que no llegará si el balance impositivo sigue siendo el mismo, el Partido Popular promete invertir ese cheque en una devolución automática en el impuesto a la renta.

Pero las medidas claras volvieron a quedar en el aire del que se atreva. Un país no está polarizado si el presidente no dedica buena parte de su balance anual para situar al PP como el enemigo. En esa estrategia retórica sería él el valedor de la democracia frente a todos los demás. Los españoles veremos el espectáculo como si la final del Mundial se tratara, sin saber muy bien a qué palo ideológico tocará el balón. Pero es que la política ya no va tanto de ideologías como de emociones.

Adam Smith decía que un país será rico en términos de trabajo humano con un entorno institucional favorable. Es decir, que la coctelera servirá productividad siempre que los dos principales ingredientes sean la justicia y la libertad. En España lo ha hecho un 8% desde 1995. La Eurozona le dobla con un 17% gracias a, entre otras razones, invertir en sectores punteros. Si España se queda estancada será porque el maquillaje no hace milagros. El populismo tampoco. Y mientras tanto el pluralismo político podrá seguir siéndolo, siempre que se lo permitan.

*** Marta García Bruno es periodista, profesora en la facultad de Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria y doctoranda en Comunicación Política.

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