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Desde los apartamentos en el centro surge el cntico en el final de un da y un ao repleto de tensiones: «Ol, ol, ol, ol, Lula, Lula!». A un puado de kilmetros, frente al cuartel general del Ejrcito, se suceden centenares y centenares de autos aparcados, tiendas de campaa, caravanas y banderas brasileas: «Brasil est contigo, presidente, 17 estrellas blancas no sern derrotadas por una estrella roja!».
Todo sucede en Brasilia, la fabulosa ciudad nacida en medio de la nada que este domingo ser sede de uno de los grandes acontecimientos polticos del ao, el regreso de Luiz Incio Lula da Silva al poder. El veterano lder de izquierdas, de 77 aos, vuelve a instalarse en el Palacio del Planalto tras cuatro aos turbulentos en los que Jair Bolsonaro llev, en la opinin de analistas, rivales polticos y personas clave en el entramado institucional de Brasil, a una «emergencia democrtica» al pas.
«Bolsonaro busc los lmites, intent gobernar sin contrapesos, sin Parlamento, sin justicia. Lo intent, pero no pudo. Aunque hubo momentos en que no estuvo lejos de alcanzar varios de sus objetivos», asegur a EL MUNDO un hombre que particip del da a da de esa lucha de instituciones brasileas clave -en especial la Justicia- por frenar los mpetus autoritarios del capitn retirado del Ejrcito.
En el final de una noche de sbado saturada por la humedad del verano austral y al borde de las celebraciones de final de ao, las pantallas de la televisin registraron una aparicin inesperada: Hamilton Mourao, «presidente de la Repblica en ejercicio». El vicepresidente tomaba pblicamente las riendas ante la huida de Bolsonaro a Estados Unidos, ms precisamente a Kissimmee, un suburbio de Orlando, la ciudad sede del parque temtico Disney.
«La alternancia de poder en una democracia es saludable y debe ser preservada», recalc Mourao, militar retirado al igual que Bolsonaro. El hombre que ejerci por cuatro aos la vicepresidencia le envi un mensaje directo a los bolsonaristas que se manifiestan desde hace dos meses frente a edificios de las Fuerzas Armadas pidiendo la intervencin militar para impedir la asuncin de Lula como presidente.
«Tranquilicmonos, retornemos a la vida normal», pidi Mourao, que ante la ausencia de Bolsonaro debera ser quin le entregue la banda presidencial a Lula, aunque hasta ahora insisti en que no le corresponde hacerlo.
Son das desconcertantes para los bolsonaristas ms extremos. El da de cierre del ao regal una foto de Bolsonaro, en su ltimo da como presidente, comiendo en un Kentucky Fried Chicken (KFC).
En Brasilia, en cambio, la sede del Centro Cultural del Banco de Brasil (CCBB), un maravilloso edificio de la escuela Bauhaus, era en ese ltimo da del ao un hervidero. All funciona desde hace semanas la sede del Gobierno, de transicin, all se han venido reuniendo muchos de los responsables de una administracin que contar con 37 Ministerios en un pas que ya es de por s una pesadilla burocrtica.
Geraldo Alckmin, el conservador que hace 16 aos perdi en el balotaje con Lula, fue el jefe de ese Gobierno de transicin. Desde hoy es el vicepresidente, adems de ministro de Desarrollo, Industria y Comercio.
Desafos
El Gobierno de Lula, que asumir su cargo este domingo por la tarde (noche en Espaa), se inicia con mltiples desafos. El principal de todos es quitarse de encima la enorme mancha de la corrupcin que convirti en un infierno la poltica brasilea a partir del escndalo Lava Jato y otros anexos. Un infierno que termin con Lula pasando 581 das en la crcel. Sali de prisin gracias a una decisin del Tribunal Supremo, que no dictamin la inocencia del lder de izquierdas, sino simplemente la incompetencia del tribunal que lo sentenci.
El «Luladrao» («Lula, ladrn») sigue a la orden del da para la mayora de los que no lo votaron en la eleccin ms estrecha desde el regreso de la democracia a Brasil, en 1985: Lula gan por 50,9 a 49,1%. Si su Gobierno volviera a hundirse en la corrupcin, el dao a su partido y al sistema poltico sera enorme.
El desafo econmico es claro, y en cierto modo paradjico: sectores del nuevo gobierno acusan a Bolsonaro de haberse desviado de la ortodoxia en los ltimos meses y dejarles una hipoteca de gasto. La izquierda cuestiona a la derecha por gastar dinero de ms, aunque ya logr desembarazarse del techo de gasto que tena rango constitucional desde la Presidencia de Michel Temer.
Lula se propone tambin recuperar la presencia internacional de Brasil, muy disminuida en los aos de Bolsonaro. El hombre que llega a la Presidencia por tercera vez cuenta con el apoyo de Estados Unidos, Europa, China y los principales pases de Amrica Latina. Su primer viaje al exterior, el 24 de este mes, ser a la Argentina, con una triple misin: relanzar la relacin con ese pas, reactivar el Mercosur y regresar a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeos (Celac).
La expectativa es muy grande: ya en la tarde del 31 de diciembre, casi 24 horas antes de que se iniciaran los actos, seguidores de Lula se haban apostado en las cercanas de la Explanada de los Ministerios, por la que el nuevo presidente debe desfilar camino al Congreso y al Palacio del Planalto. Las medidas de seguridad son muy estrictas en una ciudad que vivi, tres semanas atrs, serios disturbios generados por bolsonaristas extremos. El temor es que parte de la gente que se reuni frente al Cuartel General del Ejrcito se movilice al centro de la ciudad y se produzca un enfrentamiento entre partidarios y detractores del nuevo Gobierno.
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