La pasada noche del miércoles, mientras el cielo de Madrid se abría y su metro se inundaba, Felipe González y miembros de su ex gobierno se refugiaron alrededor de la buena mesa. Concretamente en el número 14 de la madrileña calle Sagasta, donde se ubica La Manduca de Azagra, un restaurante que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en el lugar de encuentro de la flor y nata de la capital.
¿El secreto de su éxito? La calidez con la que Juan Miguel Sola y su esposa Anabel Arriezu y la calidad de materia que llevan a sus mesas. Tan sencillo, tan simple, tan plausible.
Raíces navarras en la gran urbe madrileña
Fue en 2003 cuando Juan Miguel, junto a su esposa Anabel Arriezu, dejaron su pueblo, Azagra, y trasplantaron sus raíces navarras en uno de un tamaño considerablemente mayor, pero aún así para ellos, pueblo. A su restaurante también se trajo su simpatía y hospitalidad navarra, el conocimiento y respeto por el producto y el gusto por el diseño – el local ha sido reconocido por su arquitectura e interiorismo-. En él se han hecho grandes, junto con Raquel Sánchez, prima de Juan Miguel, y de Idoia Sola, hija del matrimonio, que se ocupan de la cocina.
[Voyeurismo a Felipe González]
¿Y qué sale de ella? Todo lo que nace en la huerta navarra, por descontado. Espárragos, alcachofas, esos pimientos de cristal que enamoraron a Richard Gere a su paso por la capital, habas, borraja y cardo, ahora estrellas en el calendario.
De reputada fama son también sus pochas Labayen, o su revuelto de ajetes con huevo, hongos y virutas de foie. La carta de pescados es tan excelsa como la de carnes – aquí vicio es sinónimo de sesos de corderito rebozados-, y en la de postres hay que dejar siempre sitio para la magistral cuajada de Ulzama quemada.
Ilustres comensales
La Manduca ha dado de comer a numerosos y diversos comensales: a sus mesas se han sentado desde artistas, deportistas, magistrados, literatos, o actores, hasta músicos y políticos. El último en hacerlo ha sido, esta pasada noche del miércoles, Felipe González. El expresidente socialista congregó en el restaurante a 40 ministros de su gobierno, entre los que estaban Rosa Conde, Narcís Sierra, Javier Solana o el histórico Alfonso Guerra.
En su menú la pasada noche, “nada pretencioso y todo muy humilde”, ha dicho Juan Miguel, no han faltado las alcachofas -que tímidamente comienzan su temporada- ni la merluza al horno, ni el “vino de la casa, elegido por ellos”, cuyo nombre, Sola, no recordaba durante la conversación. ¿De postre? Un variado escogido por la casa dentro de sus más afamados.