Desde que dejó el boxeo, la vida de Hovik Keuchkerian ha sido un continuo descubrimiento de nuevas profesiones y personas, pasando de ser campeón de España en la categoría de peso pesado a acompañar a El Canto del Loco en sus giras, ser monologuista en Paramount Comedy, escribir libros de poesía o enamorarse de su actual profesión, la interpretación.
Durante estos años que han pasado desde que se retiró del boxeo hasta su éxito en series como Hispania, la leyenda, Antidisturbios o La Casa de Papel, el armenio-libanés ha vivido épocas en las que alcohol y el tabaco ocuparon gran parte de su vida, como le contó a Pablo Motos en su visita a El Hormiguero en septiembre del año pasado, pero de las que ya está recuperado por completo.
EL ESPAÑOL acudió a las instalaciones de The Mediapro Studio, la productora de The Head, la nueva serie de Keuchkerian, para charlar con el actor sobre este nuevo proyecto, los que está preparando y hacer un repaso de su vida desde su llegada a España siendo un niño.
De Líbano a Alpedrete
Keuchkerian tiene vagos recuerdos de su llegada a nuestro país procedente del Líbano, desde donde vino con sus padres a principios de 1976 con apenas cuatro años. “Tengo fogonazos de la casa de mi tía, la hermana pequeña de mi madre, que nos acogió en Madrid en la calle San Bernardo, también de mis primos… Los siguientes son ya cuando nos fuimos a vivir a Alpedrete”, recuerda el intérprete.
Siempre fue un gran amante de los deportes en el colegio, ya que “no hacía nada que implicase estar sentado, era un culo inquieto”. Eso sí, era un niño travieso, pero noble, que si le pillaban haciendo alguna trastada admitía que lo había hecho. Entre los muchos deportes que practicó (fútbol, tenis, kárate…) el primero que empezó a entrenar más en serio fue el baloncesto hasta que se rompió el tobillo: “Lo tuve que dejar porque no podía saltar bien. Luego pase a hacer muay thai, posteriormente fui campeón de España de kick boxing y, a continuación, me enamoré del boxeo y abrí mi gimnasio. Las cosas pasaron muy rápido y, cuando me quise dar cuenta, era boxeador profesional”, afirma.
¿Cómo fue ese salto del kick boxing al boxeo?
Me apunté al campeonato de España de kick boxing porque quise y como mi entrenador se fue de vacaciones, me busqué a otro para prepararlo, ahí fue donde conocí el boxeo. Ojalá hubiera tenido los conocimientos y conceptos que tengo hoy por aquel entonces porque, si hubiera sabido durante mi carrera de boxeador todo lo que sé ahora de ese deporte, probablemente habrían ido las cosas de otra manera.
¿Qué consejo le daría a ese Hovik que comenzaba en el boxeo?
Cuando era boxeador era un tipo muy veloz, que tenía cuatro conceptos muy claros, una izquierda rápida, que se movía mucho para ser un peso pesado y que no le gustaba que le pegaran. Eso lo subrayaría otra vez y le añadiría una cantidad de recursos técnicos que ido aprendiendo con el tiempo. En aquella época tampoco tenía muchas más opciones, fui un peso pesado con 23 años que hizo siete peleas de amateur y pasó al campo profesional con mucha hambre e ilusión, pero siendo realista, me enfrentaba a gente que, para pasar al profesionalismo, había hecho cientos de peleas amateur, olimpiadas, mundiales… y que cuando pasaban a profesionales ya tenían ring para dar tres vueltas al mundo.
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El peso pesado es una categoría en la que no te puedes equivocar, estuvo muy bien, fue una escuela, una universidad de vida y diez años en los que aprendí en que tienes que poner un 99% de trabajo en todo lo que hagas, un 0,5% que las circunstancias acompañen y un 0,5% de suerte. Solo como eso, a lo mejo acabas haciendo La Casa de Papel, The Head, Antidisturbios, Reina Roja, puedes ser poeta, cómico, caerte y levantarte… Lo que no te puede quitar nadie es que tienes que trabajar mucho para todo. Estuve mucho tiempo en que no quería oír nada del boxeo, pero ahora, pasados los años, sé las cosas que sé de ese deporte porque las analizo de otra manera.
¿Acabó cansado?
Es que en aquella época había que lidiar con la Federación, las peleas internas… era un coñazo. Y aún así, y es algo a favor del boxeo de este país, es que siguen saliendo chavales que compiten fuera y vuelven con mundiales o europeos. Esa gente, aparte de entrenar, trabaja, algo inaudito en cualquier país del mundo para un boxeador profesional con esos objetivos. Tiene un mérito absoluto.
Del ring al escenario
Una vez que se retiró del boxeo profesional con 32 años, Keuchkerian reconoce que se le hizo un vacío muy grande, ya que después de estar haciendo diez años lo mismo, los días eran muy largos. “Trabajé con Dani Martín en la gira de El Canto del Loco, él me ayudó mucho. Luego vino Jorge Blass, que fue el que me abrió la puerta para pisar los escenarios, y cuando lo hice, me enamoré de ellos”, comenta el actor.
Posteriormente, el dueño de la sala Galileo Galilei de Madrid le invitó a hacer un monólogo, aunque no tenía ninguno propio, le dijo que sí, se preparó uno y ahí fue cuando una amiga suya le grabó y le mandó a un extracto a Paramount Comedy: “Todo pasó tan rápido que cuando me quise dar cuenta estaba haciendo monólogos. La pasión que tenía por el boxeo la recuperé con los escenarios”, admite.
¿Cómo fue el salto a la interpretación?
A raíz del monólogo Croquetas me hice muy conocido y me ficharon en Antena 3 para hacer de Sandro, el amigo de Viriato (Roberto Enríquez), en Hispania, la leyenda. Además, uno de los guionistas de la serie había sido alumno mío en el gimnasio y les dijo a los productores: “El tío que estáis buscando es mi profesor de boxeo que, además, es cómico y poeta”. Ramón Campos me llamó para el casting, me cogieron y ahí comenzó mi carrera sin yo saberlo. Así que paré de hacer monólogos y me dediqué a la interpretación. A partir de ahí fueron saliendo cosas y creciendo hasta The Head. Parece que ha pasado mucho tiempo y solo han sido 11 años. En 2010 empecé, es más, el día que Iniesta marcó el gol en el Mundial de Sudáfrica y España fue campeona del mundo, el día siguiente empecé yo a rodar la primera temporada de Hispania, la leyenda.
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¿Qué puede hablar de su faceta como escritor?
He escrito cuatro libros: Cartas desde el Palmar, Lokura, Diarios y desvaríos y Resiliente, que es un libro-disco recitado por mí con música de Yuri Méndez. Es que antes de boxear ya escribía, lo hacía por sacar todo lo que tenía dentro y confesarme sobre el papel, hablando de cosas personales de las que nos han dicho que no se debe de hablar como de las que te han hecho daño, de sexo, de dinero… La escritura se ha convertido una forma de decir lo que yo quiera y ponerlo en un papel. Mis textos cayeron en manos de un editor, me dijo que eran publicables y que, además, era curioso que un campeón de España de boxeo escribiese poesía.
Una mala racha
En septiembre de 2021, Keuchkerian visitó El Hormiguero para promocionar la quinta temporada de La Casa de Papel, pero, en un momento dado de la entrevista, Pablo Motos le preguntó por su situación personal y el intérprete le contestó lo siguiente: “He pasado una época en la que he estado comiendo, fumando y bebiendo mucho, pero no era por una consecuencia del trabajo. Con el alcohol solo piensas en ti, te aíslas en tu casa, te apartas de la gente, pero tus compromisos a nivel profesional te hacen cumplir. No es lo mismo estar deseando hacer un trabajo y disfrutarlo que estar pensando en ver a qué hora sales para ir a beber a casa».
“Además, yo no soy de bares, a mí me gusta estar en casa porque beber solo me flipa. Lo que pasó es que en mayo de ese año me llamó mi madre, me dijo las cosas claras, que era un trozo de mierda y que no lo iba a permitir”, le contó al valenciano.
¿Cómo fue esa época?
Mi madre también fue muy importante, como te hablan las madres no lo hace nadie, fue ella la que me hizo reaccionar. Son etapas de la vida en las que te toca vivir lo que toca vivir. En mi caso, soy una persona de extremos, o estoy muy bien o estoy muy mal. No cambiaría los 14 años desde que dejé de boxear hasta hoy por nada, aunque no he estado bien del todo, con subidas y bajadas, hubo un momento puntual en el que estuve hecho una mierda. No obstante, he aprendido muchísimo, han sido años en los que he conocido a gente que me ha enseñado una barbaridad, sitios de mí que ya conozco, que no me dan miedo y por los que puedo transitar.
Después de El Hormiguero hubo una tromba de llamadas para que volviera a hablar de lo mismo y, en cada entrevista que me hacen, me sacan el tema. Lo que dije lo hice porque tocaba en ese momento, no estaba planificado y estuve 11 minutos delante de Pablo Motos contándole todo sin que él hablase, que ya me parece un hito histórico. Él estuvo muy bien porque me dijo que había leído que estaba en un proceso de sanación potente y que le interesaba que se lo contara al público. Ahora estoy maravillosamente bien, estoy sanando todavía tras un año sabático porque era lo que tenía que hacer, y también mandar a paseo a mi representante después de ese tiempo de recuperación, que es otra cosa magnífica que he hecho.
Nuevo reto con The Head
Keuchkerian acaba de estrenar la segunda temporada de The Head, producida por The Mediapro Studios y que se puede ver en HBO Max. La trama transcurre a bordo de un barco científico y que reúne a intérpretes de diez nacionalidades diferentes. También coincide con Enrique Arce, que da vida a su hermano Óscar y con el que compartió reparto en La Casa de Papel (Hovik era Bogotá y Arce, Arturo).
¿Cómo definiría a Charlie, su personaje en The Head?
Es un chaval de 9 años en el cuerpo de un tipo de casi 50 y 150 kilos. Es un niño grande. Además, me puse como un animal para hacer la serie, con esas barbas y el aumento de peso…
¿Cómo es la relación con Óscar, su hermano (interpretado por Enrique Arce)?
Como no conoció a su madre, tiene una admiración continua hacia las mujeres, y su única familia es su hermano, que le lleva al barco. Allí tiene una mascota, una ratita que se llama Blanda.
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¿Cómo fue el rodaje en el barco?
Un carguero no es un sitio para grabar, encima, como cogí tanto peso para construir a Charlie me hice mucho daño en las piernas. De hecho, todavía no estoy bien del todo porque cogí en cuatro meses y medio casi 50 kilos, que es una barbaridad. Lo incómodo era que tenía las piernas muy cargadas, el primer día de rodaje hice la única carrera que se da mi personaje y me fastidié para toda la serie.
¿Cómo fue grabar en español y en inglés por el reparto internacional?
Cuando grababa con Enrique hablaba en castellano y en inglés con los demás, pero Charlie es un personaje más de miradas y gestos, además, no tiene discursos largos. Pero no tengo problema en cambiar de idioma, es un reto. Hablo inglés, armenio y castellano.
¿La mayoría de los espectadores le reconocen más por La Casa de Papel que por otros proyectos?
Esa serie lo que ha hecho con todo el reparto es ponernos en el panorama internacional. Me llevan reconociendo por los monólogos desde hace mucho tiempo, pero La Casa de Papel es un fenómeno global.
¿Recuerda alguna anécdota con algún fan?
No tengo redes sociales y estoy muy tranquilo. También es verdad que vivo en un pueblo porque no me gustan las grandes ciudades. Sí que me para la gente con cariño y respeto, pero no he sufrido el fenómeno fan al no vivir en Madrid ni tener presencia en redes.
¿Qué otros proyectos tiene?
Tengo una película de la que no puedo hablar y el rodaje de Reina Roja (adaptación del libro de Juan Gómez-Jurado) con Vicky Luengo como Antonia Scott y yo como Jon Gutiérrez, va maravillosamente bien, es un equipo muy potente y hemos hecho piña. Estamos haciendo un producto de primer nivel.
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