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El presidente del Gobierno asegura que mantiene su confianza en todos sus ministros, «también en la de Igualdad», pese a las heridas del ‘solo sí es sí’
El jefe del Ejecutivo asegura que mantiene su confianza en todos sus ministros, «también en la de Igualdad», pese a las evidentes heridas
Paula de Las heras
Madrid. La dimensión de la crisis provocada por la ley del ‘solo sí es sí’ en el Gobierno de coalición no tiene precedentes. Tanto que algunos en el propio grupo parlamentario socialista han llegado a plantearse que sea el preludio de una ruptura. Pedro Sánchez, sin embargo, lo descartó tajante la pasada madrugada en Bruselas, tras el Consejo Europeo celebrado junto al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Ni habrá divorcio ni ceses vinculados a esta cuestión. no se contempla, «El Gobierno de coalición progresista continúa», sentenció. «Todas las ministras –añadió además– cuentan con mi confianza, también la de Igualdad»
El jefe del Ejecutivo recurrió a la aprobación, el jueves, de la también discutida ley de bienestar animal –por la que hace una semana la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, se llegó a hacer eco en sus redes sociales de un vídeo que equipara a Sánchez con Santiago Abascal– para argumentar que la dura batalla abierta a cuenta de la que estaba llamada a ser una de las normas estrella de la legislatura es poco más que una gota en un océano de estabilidad.
«Seguimos avanzando con nuestra hoja de ruta y aprobando una ley que nos pone en vanguardia para proteger a todos los animales en cuestión de maltrato y abandono –insistió– . Después de casi 200 leyes, tres Presupuestos en un contexto tan adverso y complejo con pandemia y guerra, al Gobierno se le puede reconocer esa estabilidad para dar respuesta a las causas de estas crisis y a la agenda de transformaciones del acuerdo de investidura».
Lo que, en todo caso, volvió a dejar claro es que esta vez no dará marcha atrás ni plegará velas para aplacar a los morados y muy especialmentea Irene Montero, a la que en el PSOE ven como principal escollo para poder salvar la enorme brecha acerca de cómo reformar el Código Penal para lanzar un mensaje de tranquilidad después de que se hayan conocido centenares de rebajas de pena a condenados por agresión sexual. Sánchez asume que la fórmula diseñada por la ministra de Justicia, Pilar Llop, y su equipo es la más solvente, la única posible, de hecho, más allá de que, como se lamentan en su partido, Llop no haya sido especialmente hábil a la hora de explicarla y haya dado munición a Podemos, que la acusa de pretender volver al «Código Penal de ‘La Manada’».
El jefe del Ejecutivo que en un primer momento dio largas e incluso acalló las voces del PSOE que ya en noviembre abogaban por cambiar la ley, llegó a argumentar que el Gobierno tiene ahora «el deber y la obligación» de resolver el problema causado por la entrada en vigor de la norma. «Es –garantizó– mi compromiso con las víctimas». «Lamento esta situación y creo que a las víctimas hay que trasladarles la solidaridad con la palabra y hay que hacerlo con hechos». dijo.
En su comparecencia, no quiso entrar en si buscará el apoyo del PP, en estos momentos, aparentemente, la vía más fácil para que prospere la proposición de ley que el PSOE registró el lunes en solitario. Tanto el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, como la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, encargados de pilotar ahora las negociaciones con los grupos, ya han dejado claro, no obstante, que intentarán recabar el mayor respaldo en el bloque de investidura pero que también hablarán con los populares, dado que lo prioritario es que la reforma vea la luz.
Cuestión «técnica» o política
Lo que defendió Sánchez, en contra de lo sostenido por la ministra de Igualdad, es que la discrepancia con Podemos es meramente «técnica» y no «política». Los socialistas argumentan que su iniciativa conserva «la esencia» de la ley del ‘sí es sí’ y los morados entienden que la dinamita.
El Gobierno siempre ha alegado que con la norma que entró en vigor el 7 de octubre se producía un cambio de paradigma que desplazaba el eje de los delitos sexuales al consentimiento; algo que, según múltiples penalistas, no supone novedad alguna. El ‘sí es sí’ eliminó, en todo caso, la distinción entre el abuso (acto sexual no consentido) y la agresión (acto sexual no consentido cometido con violencia e intimidación) y dejó un único tipo delictivo, el de agresión, con una nueva horquilla de penas. La propuesta elaborada por Justicia introduce de nuevo la violencia e intimidación, ahora como un subtipo de la agresión, para volver a las penas anteriores. Los socialistas de aferran a que ni se modifica el artículo 178 en el que se define el consentimiento ni se vuelven a separar los delitos. Pero a juicio de los morados, aunque nominalmente todo siga siendo agresión, la iniciativa deshace su reforma y hará que las mujeres pasen por el «calvario probatorio, alegan, de tener que demostrar con «marcas en su cuerpo» que se resistieron.