Nadie dio mayores alegrías deportivas al pueblo brasileño que Edson Arantes do Nascimento, ‘Pelé’ (Minas Gerais, 1940 – Sao Paulo, 2022), y nadie simbolizó como él la desacralización paulatina del fútbol en el país del ‘jogo bonito‘.
Convertido en imagen publicitaria de un sinfín de empresas, estrella constante de actos promocionales en los cinco continentes, la vida ostentosa de su larga y dorada jubilación, junto a ciertas polémicas, acabaron convirtiendo al triple campeón del mundo (el mejor deportista del siglo XX según el Comité Olímpico Internacional) en un rey sin pueblo: ocupó innumerables titulares tras su retirada de los campos de juego, pero rara vez llegó al corazón de la masa.
Generalmente considerado como el mejor futbolista de la historia (la FIFA le consagró al menos como mejor jugador del siglo XX), ‘Pelé’ fue el líder de la selección más exitosa de todas, la Brasil que encadenó tres Mundiales en cuatro ediciones: 1958, 1962 y 1970.
Hijo de un futbolista (‘Dondinho’) con una carrera destrozada por una grave lesión de rodilla y de una mujer que recelaba del fútbol como camino vital, fue el técnico que lo entrenó durante su adolescencia, Waldemar de Brito, quien acabó persuadiendo a su familia para que el chico se mudase a São Paulo e ingresase en el Santos en plena adolescencia.
Fue en ese club, el de casi toda su carrera, donde debutó un 7 de septiembre de 1956, a los 15 años. Su equipo ganó 7-1 y él marcó un gol; anotaría 1280 más hasta su retirada definitiva. El palmarés de Pelé con el club paulista es extraordinario: incluye seis Ligas brasileñas, dos Copas Libertadores y dos Copas Intercontinentales (la primera de ellas, frente al mítico Benfica de Eusebio).
Fue el primer equipo brasileño en ganar cualquiera de esas dos competiciones. 44 años después de colgar las botas, ‘O Rei’ sigue siendo el máximo anotador en la historia del club y también de la selección brasileña (con 77 dianas).
Suecia 1958
La victoria de la Canarinha en el Mundial de Suecia 1958 fue el principal punto de inflexión en la vida de Pelé y dejó la primera fotografía mítica de su carrera: un crack de 17 años llorando en el hombro del portero Gilmar tras haber vencido Brasil en semifinales por 5-2 a la Francia de Fontaine, Kopa y Piantoni (con tres goles suyos) y en la final, por idéntico resultado, a la anfitriona Suecia (dos goles suyos). Aquel sigue siendo el único Mundial conquistado por una selección americana en territorio europeo.
Problemas físicos le impedirían, en cambio, tener tanto protagonismo en su segunda Copa del Mundo, Chile 1962, aunque Brasil se sobrepuso a la adversidad a lomos de Garrincha (figura excluyente del torneo) y el joven Amarildo, que aprovechó la oportunidad generada por la lesión muscular del ídolo en un entrenamiento en la primera fase del certamen.
Era la etapa dorada del fútbol brasileño, reconstituido tras la espantosa decepción del ‘Maracanazo’ en 1950: una escuela que no paraba de producir talento, capitaneada por un delantero incomparable mezcla de potencia, agilidad, velocidad y técnica individual.
El segundo Mundial consecutivo había convertido en leyendas a su generación. Cuatro años después Pelé vivió probablemente el momento más amargo de su carrera, a una edad idónea para el balompié (26 años). Inglaterra 1966 es hasta la fecha el peor Mundial de la historia brasileña, exceptuando el primero de todos, 1930.
El bajo nivel de algunos puntales del equipo, una preparación muy defectuosa y fuertes disensiones internas llevaron a que el campeón de las dos ediciones anteriores cayese abruptamente eliminado en primera ronda. Un golpe lo suficientemente fuerte como para que Pelé, ya una celebridad internacional, renunciase al combinado nacional meses después.
La gloria eterna
Hubo amagos de regreso a la Seleçao en 1968, pero no se concretaron hasta el año siguiente, ya con el Mundial de México 1970 en el horizonte. Era probablemente su última oportunidad para lograr el tricampeonato. Pelé acaudilló a la Canarinha y Brasil fue sin duda la mejor selección del torneo: se dio el lujo de eliminar a su archirrival Uruguay en semifinales y dejó para la incontestable victoria contra Italia en la final (4-1) una jugada para la historia.
Minuto 86, Clodoaldo caracolea por el medio de la cancha y cede la pelota a Rivelino en la banda izquierda; este toca en profundidad hacia Jairzinho, por la banda, que abre para dejar a Pelé frente a la medialuna del área; el ’10’ se para, fija al central, presiente la llegada desde atrás del lateral derecho, Carlos Alberto, y la toca con suavidad para que éste ametralle al portero transalpino Albertosi con un derechazo cruzado.
Brasil se sentaba en la cima del fútbol mundial y Pelé se convertía en el primer jugador (y el único hasta ahora) que ganaba tres Copas del Mundo como jugador. La gloria eterna.
A los 30 años, la consagración de su tercer Mundial significó otro punto de inflexión en la carrera del futbolista: el inicio de la relajación. El adiós al fútbol de ‘O Rei’, aunque faltasen años todavía, era ya tema de conversación. Primero fue la selección: el 18 de julio de 1971 jugó su último partido con la Canarinha, frente a Yugoslavia. (Antes del Mundial de Alemania 1974 João Havelange, por entonces presidente de la Federación, intentaría recuperarle para la causa, pero no lo consiguió. Brasil caería en semifinales frente a la Holanda de Cruyff).
Tres meses después de esa Copa del Mundo de 1974, Pelé dejó también al Santos y anunció su retiro. O al menos ese era el plan. Algunos problemas económicos tras inversiones desafortunadas le colocaron ante la tesitura de volver a utilizar sus piernas como reclamo económico.
Ofertas millonarias, desde luego, no faltaban, incluyendo grandes como el Real Madrid y la Juventus. Terminó eligiendo un destino más extraño, el New York Cosmos, que participaba en la extinta North American Soccer League (la actualmente conocida como MLS).
La despedida
Emperador del fútbol en un país donde el seguimiento era relativamente escaso, acomodado en un ambiente con menos presión, Pelé no alcanzó el esplendor deportivo de su juventud pero disputó 111 partidos y anotó 65 goles. El 1 de octubre de 1977, a los 36 años, colgó definitivamente las botas ante 75.000 espectadores en el estadio de los Giants de Nueva York, en un encuentro entre el Santos y el Cosmos, jugando un tiempo para cada uno de los equipos.
Las décadas posteriores a su jubilación deportiva estuvieron repletos de condecoraciones, actividades y negocios. Probó suerte como actor televisivo, como cantante. Participó en la célebre película Evasión o Victoria (John Huston, 1981) junto a su amigo Bobby Moore y otros grandes futbolistas de la época.
Apareció en innumerables revistas y reportajes fotográficos, se embarcó en campañas humanitarias de UNICEF, repitió sus mensajes sobre la importancia del «amor, amor, amor».
Se declaró partidario de combatir el racismo e hizo campañas a favor de niños pobres, pero para muchos su propia historia personal había perdido autenticidad frente a la oportunidad desaprovechada de haber impulsado un auténtico cambio social (ostentando un estatus sin parangón) en un país con unos niveles de discriminación racial en ocasiones insólito.
Había contraído matrimonio en 1966 con Rosemeri Cholbi, de la que se divorció en 1978 (tuvieron tres hijos: Kelly Cristina, Edinho y Jennifer). Entre sus amoríos con famosas en la década de 1980 destacan la cantante brasileña Xuxa y dos ‘reinas’ de la belleza: Deise Nunes de Souza y Flavia Cavalcanti. En 1994 se casó con Assiria Seixas Lemos, de cuya unión nacieron los gemelos Josua y Celeste. Y en 2016, a los 76 años, firmó papeles por tercera vez con la empresaria de origen japonés Márcia Cibele Aoki, 25 años más joven que él.
Al astro brasileño se le reconocieron además extraconyugalmente dos hijas. Fue forzado por la Justicia a reconocer la paternidad de una de ellas, Sandra Regina Machado, que murió de un cáncer en 2006 a los 42 años. Pelé, en una decisión muy comentada por aquel entonces, no acudió a su entierro.
En el capítulo de distinciones recibidas por ‘O Rei do futebol’ durante su vida, sirva esta muestra representativa: fue nombrado Caballero de Honor del Imperio Británico, Ciudadano del Mundo por la ONU, Embajador de Educación, Ciencia, Cultura y Buenos Deseos de la Unesco, Embajador para la Ecología y el Medio Ambiente de la ONU (1992), Ministro extraordinario de Deportes por el Gobierno de Brasil (1994-1998) o Embajador del Deporte en el Foro Económico Mundial de Davos (2006), además de doctorados ‘honoris causa’ en universidades de todo el planeta. En São Paulo hay un museo consagrado a su memoria con recuerdos de su gloria.
Críticas y reproches
En sus últimos años, sin embargo, no siempre recibió respeto por parte del mundo del fútbol ni de sus compatriotas, más allá de sus célebres enfrentamientos públicos con Diego Armando Maradona.
Protagonista involuntario de las manifestaciones que recorrieron su país en protesta por el gasto en la organización de la Copa del Mundo, sus peticiones a los brasileños de que no «arruinasen una cita maravillosa que traerá turistas y beneficios al país» le granjearon ataques incluso de excompañeros de selección: Paulo César Lima, colega en el equipo que conquistó el Mundial de 1970, afirmó: «Tiene más repercusión que líderes políticos y religiosos. Pero no, él prefiere hablar tonterías».
El senador y exfutbolista Romario, autor de la frase «este juego, en lugar de llamarse fútbol, debería llamarse Pelé», también se terminó volviendo contra su ídolo y repitió en más de una ocasión aquello de que «callado, Pelé es un poeta, pero cuando abre la boca solo habla mierda».
Cuando más arreciaban las críticas contra él, semanas antes del Mundial que terminaría con el 1-7 en Belo Horizonte, el campeón, por aquel entonces con 73 años, mostró la amargura de la incomprensión. No había asistido ni a la ceremonia de apertura; su presencia se limitaba a protagonizar anuncios de supermercados, comida rápida o champú en los descansos. «Quiero ser reconocido en vida», declaró. «No esperen a que me muera para elogiarme».