Sobre los orígenes de la enfermedad de Alzheimer se sabe todavía muy poco, pero las últimas investigaciones están permitiendo seguirle la pista a esta condición cuando más silenciosa es. De hecho, los científicos han conseguido advertir una pista de esta temible enfermedad en un rastro insignificante en la sangre. En esto consiste el nuevo estudio que ha publicado la revista científica Brain este miércoles, que presenta además una sencilla prueba a partir de la que se puede adelantar el diagnóstico del alzhéimer.
La sustancia que esta prueba es capaz de detectar se conoce como «tau derivado del cerebro» —o BD-tau— y es específica para esta enfermedad. Según los autores del estudio, supera los resultados de los análisis de sangre que se utilizan en la actualidad para diagnosticar la neurodegeneración, que suele asociarse con el alzhéimer. Para diagnosticar esta enfermedad se exige observar tres características: presencia de placas amiloides, formación de ovillos de proteína tau y la neurodegeneración en el cerebro.
La neurodegeneración del cerebro suele comprobarse por imágenes o análisis de muestras de líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, los expertos explican que es necesario desarrollar herramientas más sencillas para encontrar los signos del alzhéimer en la sangre sin perder calidad en las muestras. Thomas Karikari, investigador de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, sostiene que dar con estas nuevas herramientas fomentará la accesibilidad a ellas.
Más fiabilidad
En este momento, los métodos para diagnosticar alzhéimer a través de la sangre pueden detectar con precisión anomalías en el péptido beta amiloide plasmática y la forma fosforilada de tau, dos de los tres criterios necesarios para diagnosticar con seguridad el alzhéimer. Pero el mayor obstáculo es detectar marcadores de neurodegeneración específicos del cerebro que no estén influidos por contaminantes potencialmente engañosos producidos en otras partes del organismo.
Esto es lo que sucede con los niveles en sangre de neurofilamentos ligeros, que es un marcador proteínico del daño en las células nerviosas que se eleva con el alzhéimer, pero también con el párkinson y otras demencias. Es decir, que no es muy útil a la hora de detectar el alzhéimer en concreto, sino que puede aportar pistas de una variedad de enfermedades neurodegenerativas. Por esta razón, los nuevos descubrimientos son especialmente importantes en este campo.
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A través de la biología molecular y la bioquímica de las proteínas tau en los distintos tejidos, como el cerebro, el equipo desarrolló una técnica para detectar selectivamente las BD-tau evitando otras proteínas producidas por células ajenas al cerebro. Lo que hicieron fue diseñar un anticuerpo especial que se une de forma selectiva a la BD-tau, haciendo que sea más fácil de detectar en la sangre.
Nuevos horizontes
Para comprobar la utilidad de este nuevo método, los científicos realizaron un ensayo en más de 600 muestras de pacientes de cinco cohortes independientes, incluidas las de enfermos cuyo diagnóstico de la enfermedad se confirmó tras su fallecimiento, así como las de pacientes con deficiencias de memoria indicativas de alzhéimer en fase inicial. Estas pruebas demostraron que los niveles de BD-tau observados en este nuevo estudio coincidían con los niveles de tau en líquido cefalorraquídeo.
De esta manera, la prueba era capaz de distinguir el alzhéimer de otras enfermedades neurodegenerativas con más fiabilidad. Los niveles de BD-tau también se correlacionaron con la gravedad de las placas amiloides y los ovillos de tau en el tejido cerebral confirmada mediante análisis de autopsias cerebrales. El éxito de estas pruebas ha llevado al equipo científico a realizar una validación clínica a gran escala de la BD-tau en sangre en una amplia gama de grupos de investigación.
Este análisis de sangre estudiado es más barato, seguro y fácil de llevar a cabo y puede aumentar la fiabilidad del diagnóstico del alzhéimer y la selección de participantes para ensayos clínicos y el seguimiento de la enfermedad. Los nuevos estudios en este sentido incluirán a adultos mayores que no tienen indicios de alzhéimer y otros que padecen diferentes fases de la enfermedad. Así esperan demostrar que los resultados de los biomarcadores son generalizables a personas de todos los orígenes.