Como ver una serie Dime como ves las series

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Marta me pone una capa sobre los hombros, me seca el pelo con una toalla, me lo desenreda. Coge unas tijeras afiladísimas y, al primer corte, me comenta que está viendo ‘La monja guerrera’. «No te pega ver eso», le digo. «Hija, es que es una serie de maquillaje», me dice repasándome las puntas. Después, entre cepillado y cepillado, me explica que las ‘series de maquillaje’ son las que ve al mismo tiempo que se viste, se peina o se maquilla.

Otra peluquera, Nuria, las llama ‘series de planchar’. O de mirar el correo electrónico, o de cocinar, o de hacer bicicleta estática. Son productos por los que no estás dispuesto a parar tu día para prestarles toda la atención posible, pero sí lo haces siempre que puedas combinar su visionado con cualquier actividad, puesto que seguir sus tramas no requiere apenas esfuerzo.

Nuria y Marta siguen charlando de series, y Raquel se suma a la conversación al tiempo que le carda el pelo a una señora. Yo saco el tema de la vuelta de Tamara e Íñigo, de la pichula de Vargas Llosa y de su ruptura con Preysler, que para eso estoy en una peluquería y es lo que procede, pero no hay manera: las series han llegado para quedarse y para sustituir a las conversaciones sobre revistas del corazón.

«Las buenas y las de suspense son de sofá y manta porque, si no, no me entero», me dice Marta. «La de Guillermo del Toro o la de ‘El cuento de la criada’ tengo que verlas tranquila y concentrada. Pero me pongo las de Shonda Rhimes para hacer otras cosas, que tampoco hay que ser muy lista para seguir el argumento». Yo, en cambio, debo de ser muy tonta porque, sea el tipo de serie que sea, siempre la veo con atención, como si me fueran a hacer un examen al día siguiente. Una aún conserva los hábitos de la vieja escuela, cuando te sentabas después de cenar a ver la serie del momento en ‘prime time’ con la misma liturgia que si fueras a misa.

Por el contrario, y sin salir del salón, observo que en mi casa no todo el mundo ve las series con el mismo ensimismamiento que yo: mientras que uno repasa su Instagram en el móvil, el otro echa un vistazo a las noticias en la tablet. A mitad de un capítulo de ‘Better Call Saul’ me preguntan: «Espera, ¿qué ha pasado?». Entonces es cuando me pongo hecha una furia.

Personajes de ‘Better call Saul’ viendo la tele. /

RC

En cambio, hay gente a la que les gusta verlas en comunidad, recreando una experiencia grupal, como en el cine: es lo que, entre otras, te permiten algunas herramientas como ‘Watch party’, ‘Netflix Party’, ‘Scener’ o ‘Metastream’, que sincronizan el visionado entre sus usuarios. Lo que ha sido toda la vida el ‘¿vemos juntos una peli?’, pero no revueltos. Marta lo hace de vez en cuando, y me lo cuenta dándome los últimos toques con el cepillo redondo.

Dejando aparte el tema de cómo consumimos las series (si en forma de atracón maratoniano o capítulo a capítulo), sin salir de la peluquería he podido constatar que hay tres fenotipos distintos según la manera en la que las vemos. Por eso, y para averiguar a qué grupo pertenecemos cada uno, me dispongo a elaborar un test tan certero y acientífico como el del ‘Nuevo Vale’.

Los multifunción

En realidad no les gusta ver series, sino el salseo. No quieren perderse nada, por eso han llegado a desarrollar ojos de camaleón: con uno miran la pantalla y, con el otro, tuitean, suben fotos de la juerga del finde a Instagram y se escriben con sus colegas para comentar lo buenorro que está el protagonista de turno. Por eso le dan a la elíptica, para conseguir sus abductores.

Los concentrados

Le rinden pleitesía a cada capítulo. Los ven solos, en silencio, concentrados y en una Smart TV de 50 pulgadas. Son capaces de entrar en el menú de configuración avanzada del televisor y ajustarlo para ver el episodio 7 de ‘La casa del dragón’. Además de ser una especie en extinción, llevan dentro un crítico televisivo. Si nos mandan su currículum a Pantallas, es muy posible que me dejen sin trabajo.

Los desheredados de las series

Entre los 30 y los 47 años, con hijos pequeños y la misma vida social que un hikikomori. Aún van por la segunda temporada de ‘Los Soprano’ y, cada vez que la retoman, no recuerdan por dónde iban. En cambio, están al tanto de los vaivenes emocionales de ‘Peppa Pig’. Intentando que Peláez, el de contabilidad, no los pille, se ponen algún episodio suelto en el trabajo porque es el único lugar del mundo donde pueden verlo sin que Pablito se despierte llorando.

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