En el artículo de hoy, compartimos el artículo sobre ¿Cómo afecta el invierno al deseo sexual?. Puede encontrar detalles sobre ¿Cómo afecta el invierno al deseo sexual? en nuestro artículo.
El deseo sexual es cambiante a lo largo de nuestra vida y, además, se construye y se ve afectado por diversas cuestiones, como los cambios estacionales, las horas de luz diaria y la posición del Sol, que determinaría la temperatura. Por esto, el invierno parece invitarnos al recogimiento y el verano a socializar, al estar más activos y enérgicos.
Gracias a esa luz solar el organismo es capaz de producir vitamina D y serotonina en grandes cantidades, la conocida como hormona de la felicidad que regula nuestro organismo, disminuyendo esta de forma progresiva debido al menor tiempo de exposición a la luz natural durante los meses de invierno.
Las responsabilidades, el trabajo y el temido estrés, así como las vacaciones y otras cuestiones socioculturales, como la Navidad, también hacen fluctuar nuestro deseo sexual.
Por todo esto solemos tener la idea de que en invierno los encuentros íntimos y sexuales apetecen menos, pero en verano hay menos rutinas y menos estrés, por lo que da pie a pensar que habrá más sexo. Aunque también más planes fuera de casa y con más gente, viajes, barbacoas, playa, piscinas…
LIBERAR ESTRÉS
Atención: es precisamente en los momentos de estrés cuando muchas personas eligen liberarlo a través del sexo por su efecto relajante, debido a la liberación de oxitocina, hormona de la relajación, el amor y el cariño, siendo antagónica al cortisol, hormona asociada al estrés y al miedo.
La realidad es que cada estación del año tiene su punto y nos ofrece situaciones que podemos aprovechar para intimar, apasionarnos o enamorarnos.
Además, la satisfacción sexual depende de muchos aspectos, y no necesariamente se eleva por la cantidad de relaciones sexuales que tengamos con nuestros genitales, a solas o en compañía. Tampoco sucede con la intensidad de nuestro deseo erótico. Aunque suela ser indicativo de una buena salud sexual, no es determinante para que así sea.
MÁS NACIMIENTOS
Sí sería clave la intencionalidad o ese «para qué» queremos relacionarnos eróticamente y la satisfacción de esas expectativas. Aun siendo cierto que las condiciones del invierno no activen tanto el deseo, sí lo hacen con el amor.
Los meses más fríos invitan a buscar el calor de otro cuerpo y a pasar más tiempo con la pareja, o a buscar una, y se refuerza el deseo, quizá ya existente previamente, de construir vínculos más profundos y emprender nuevos objetivos en pareja.
Esto explicaría que el 16 de septiembre coincida con el mayor número de nacimientos. Por el contrario, en agosto es cuando menos bebés se conciben. ¿Esto significa que es diciembre el mes en que más relaciones sexuales genitales se mantienen? Probablemente no, sin embargo, sí es el más propicio para que las parejas decidan buscar descendencia, existiendo además otros factores que sí podrían contribuir a este hecho.
Según LELO, la reconocida marca de juguetería erótica de lujo y bienestar sexual, un estudio reveló que «existe una mayor concentración y mejor calidad del esperma durante los meses de invierno». El frío beneficiaría la espermatogénesis y su calidad, por eso los testículos se sitúan fuera del cuerpo.
La testosterona es la hormona responsable del bajo deseo sexual y un aumento de la misma se asocia a una mayor libido, es decir, de tener más ganas de sexo.
MÁS PLACER SEXUAL
Por tanto, en invierno el aumento de la actividad sexual no se debe únicamente a nuestras ganas de reproducirnos, pues se hace por placer, y mucho. Parece ser que las vacaciones navideñas suponen un incremento en las ventas de preservativos, dándose el mayor pico durante la semana anterior al día de Navidad, con el doble de ventas de preservativos que la semana posterior.
Otro estudio de una década de duración demostró que «durante las vacaciones, la gente hace más búsquedas en Google relacionadas con el sexo, como consejos respecto al embarazo o cuestiones relacionadas con la pornografía», afirma la marca.
Es cierto que al llevar más ropa rozamos y sentimos menos la piel de los demás y la propia, cuestión que despierta el apetito sexual. Tampoco es una estación que parezca invitar a dormir desnudos, sin embargo, si lo hiciéramos nos animará a juntar los cuerpos y regular la temperatura, que subiría.
También es cierto que, y no solo en la cama sino en la calle, la ropa esconde más nuestro cuerpo en invierno y por esto mismo, al ver menos piel, se desea ver más. Todo deseo parte de una carencia, desear lo que ya tengo es incoherente; sí podría desear más de lo que tengo o algo relacionado a lo que ya disfruto. Así es como en invierno, nuestra piel y la suya, se convierten los estímulos más deseados. Cuestión que no ocurre en las estaciones más cálidas al estar habituados a ver cuerpos con poca ropa.
MOMENTOS DE INTIMIDAD
Quizá el primer cuello vuelto del invierno desencadene un interés especial por conocer qué oculta. La imaginación siempre fue un factor determinante en el deseo, pues todo deseo, antes de ser expresado, fue imaginado. Lo que se tapa, lo escondido o prohibido activa mucho más nuestro interés, siendo unos de los pilares de la erótica.
Disfrutemos entonces de esos planes caseros, de manta y serie, con esas bajas temperaturas callejeras que nos hacen buscar el calor del hogar; baños relajantes que hacen hervir el agua con los cuidados y el roce de los cuerpos. Y el gustazo de pegar nuestros pies gélidos a los de la pareja, tan calentitos, para dormir a gusto.
Pero nunca olvides tener unos buenos calcetines cerca para tus encuentros amorosos, pues facilitan alcanzar el orgasmo o al menos a las mujeres. Según los resultados de un estudio de la Universidad de Groningen, presentados en la Sociedad Europea para la Reproducción y el Desarrollo Humano en Copenhague, el 50 por ciento alcanzó el orgasmo sin calcetines, mientras que el 80 por ciento lo logró con los calcetines puestos. Esto se debería a que las mujeres reaccionan negativamente a la sensación de frío en los pies, ya sea por tenerlos helados o por el roce con los pies fríos de otra persona. Toma nota, ¡ y a disfrutar!
*ANA SIERRA es psicosexóloga www.anasierra.es
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